17 de octubre del 2024
La Calavera Catrina, o simplemente La Catrina, es uno de los símbolos más reconocibles de la celebración del Día de Muertos en Puerto Vallarta y en todo México. Su figura esquelética ataviada con un elegante vestido y un sombrero de ala ancha se ha convertido en un sinónimo de la celebración de la vida y la muerte en nuestro País.
Detrás de esta jovial figura se esconde, sin embargo, una peculiar historia de crítica social e identidad cultural que se remonta a más de cien años en el pasado.
La historia de La Catrina proporciona una valiosa visión de su evolución: de una caricatura satírica hasta convertirse en un icono indisoluble del Día de Muertos y un símbolo de la singular relación de los mexicanos con la muerte.
Los orígenes de La Catrina se remontan a principios del siglo XX. Su autor fue el famoso grabador y escritor José Guadalupe Posada, quien creó la esquelética figura para criticar a los mexicanos de la alta sociedad que pretendían adoptar las modas y tradiciones europeas, a menudo menospreciando su propia herencia indígena.
El nombre original de la caricatura fue La Calavera Garbancera, en referencia a las personas que vendían garbanzos, pero también simbolizaba a quienes intentaban aparentar un refinamiento europeo en sus gustos y apariencia.
“Garbancera” es un apodo para un indígena americano que intenta parecer europeo y niega su propia herencia. La Catrina oculta sus orígenes mexicanos al vestir un sombrero de estilo francés y nada más que sus huesos, que la hacen parecer más blanca. Era un comentario político sobre el desorden creado por el dictador mexicano Porfirio Díaz, quien estaba obsesionado con las costumbres europeas y ayudó a modernizar México, pero era tan corrupto que su liderazgo inspiró la Revolución Mexicana. (Catrina La Calavera Garbancera, New York Latin Culture Magazine.)
El esqueleto de La Calavera Garbancera de Posada, una crítica sutil a la élite mexicana por elegir los valores europeos en lugar de su cultura originaria, se representaba con un elaborado sombrero de estilo francés.
Esta primera versión de La Catrina nos recordaba que todos somos iguales en la muerte, independientemente de nuestro estatus social, riqueza o ambición.
El nombre de La Catrina y su aspecto moderno fueron popularizados por el muralista mexicano Diego Rivera, que recreó el personaje en su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.
Rivera vistió a La Catrina con un sofisticado traje y la colocó en el centro de una panorámica de la historia mexicana, junto a otras figuras notables como Frida Kahlo, el prócer cubano José Martí, el escritor mexicano José Vasconcelos y el propio Posada.
La reinterpretación que Rivera hizo de La Catrina la transformó de un símbolo satírico de crítica clasista en una figura que encarnaba las complejidades de la cultura mexicana con una mezcla de humor, historia y comentario social.
Al vestirla con un lujoso traje, mantuvo la crítica de Posada a la vanidad. Al mismo tiempo, la convirtió en un icono que refleja la identidad y el patrimonio de México.
A lo largo de los años, La Catrina ha experimentado una importante transformación. Originalmente una crítica a las normas sociales, ahora es una figura imprescindible en las celebraciones del Día de Muertos y un símbolo de la visión mexicana de la muerte como parte natural de la vida.
Su rostro sonriente y su elegante vestido encarnan el espíritu del Día de Muertos, una celebración en la que las familias se reúnen para honrar y recordar a sus seres queridos fallecidos.
Hoy en día, La Catrina está en todas partes durante el Día de Muertos. Su imagen se utiliza como recordatorio que la muerte no es algo temible u horroroso, sino que hay que aceptarla como parte de la experiencia humana.
Su presencia en las festividades de Día de Muertos a través de esculturas monumentales, fiestas de disfraces, calaveritas de azúcar y maquillaje, es un testimonio de la creencia de que la muerte no es el final. Por el contrario: se trata de una continuación natural del ciclo de la vida.
La Catrina se ha convertido, a lo largo de las décadas, en un icono cultural de México para el mundo. Aparece en desfiles, festivales e instalaciones artísticas, y ocupa un lugar destacado en las celebraciones del Día de Muertos en todo México. . . y más allá.
La Catrina es también un símbolo muy apreciado de la vibrante herencia cultural mexicana, y su imagen ha sido apropiada por artistas, diseñadores de moda y cineastas.
En Puerto Vallarta se construye, desde hace dos años, la Calavera Catrina Más Alta del Mundo con motivo de las celebraciones anuales del Día de Muertos.
En homenaje a su legado, miles de visitantes y locales se disfrazan de La Catrina, pintándose la cara para asemejar sus rasgos esqueléticos y vistiendo, como ella, elegantes vestimentas.
Lo que hace tan fascinante a La Catrina es su capacidad para tender puentes entre el humor y la solemnidad. Entre la vida y la muerte. Su entrañable figura nos enseña que la muerte no debe ser temida; más bien debe celebrarse como un vínculo común de nuestra propia humanidad.
Como figura central de las festividades de Día de Muertos en Puerto Vallarta, La Catrina monumental nos recuerda que debemos reírnos de las ironías de la vida, honrar a nuestros seres queridos y vivir en plenitud.
Su rostro sonriente y su elegante vestido seguirán inspirando a las generaciones venideras, convirtiendo a La Catrina no sólo en un icono del Día de Muertos en Puerto Vallarta, sino también en un símbolo del perdurable espíritu de México.
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